Estaba yo en Guadalupe de Badajoz. Antes me llamó Peggy Sue, natural de Guadalupe la Real, para invitarme a su pueblo, donde veraneaba Doña Juana.
Loca: y una porra p’a tí, estimada lectora; quienes la conocieron veraneando en Guadalupe transmiten de generación en generación, que si Doña Juana estaba loca, aquí eran todos el Arzobispo de Canterbury.
Pasé a recoger a mi primo por Vianos. Como todos sus cuñados andan con tonterías sobre la herencia de la amplia hacienda, quien la disfruta cual don Quijote de la Mancha es mi primo Pinki. De allí lo recogí con gran alborozo de Maria. -Anda, llévatelo Antonio, que como son las fiestas del pueblo y no las aguanta, está insoportable.-
-Primo, vámonos p’a Guadalupe. Peggy Sue nos invita tres noches en el Parador. Súper oferta, nos convida. A lo señorito.
Simpar lectora, ¿has notado tus lágrimas rebosando el borde del saco lagrimal debido a la cata del mejor jamón de bellota del mundo? El Pinki y yo tampoco, hasta que Peggy Sue nos llevó a comer a un caserío de finales del siglo XIV. Juran que en ese patio jugaba Doña Juana.
En Guadalupe, la sensación de saber que hay agua en el subsuelo no tiene mérito. La cantidad de agua que pasa es tan grande (afluentes subterráneos del Duero) que entiendes perfectamente qué siente un zahorí.
Linda muchachita que estás leyendo, si por ventura te da por estudiar historia de España, visita esta tierra de excelente jamón y queso. Entenderás que a la virgen negra le arrebataron el título de patrona de España. Fernando de Aragon se casó con Isabel de Arévalo por amor, bueno, por intereses. -Vamos a unirnos con Arévalo, y que sea lo que Dios quiera-.
. Y se montó lo de la del Pilar. También negra, como la Montse.
Esa es otra historia. La de la Arrixaca otra, y así sucesivamente.
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