Someone camp in Vistabella

   No ha mucho tiempo que vivía Don Claudio -no daba confianzas para llamarle Claudillo-. Dudaba entre ceder España a Don Juan o quedarse con la finca. Franco, además de gallego profundo, no se fiaba para nada de los borbones. Tenía sentido. El follaero, por decirlo sin alharacas, del reinado de Alfonso XIII, y a pesar de la buena pinta que tenía Don Juan, no le gustaba nada al dictador -los cromosomas, como el algodón-.

   Franco se quedó con la finca y nos llevó de la mano por una España libre, católica, apostólica y romana. La 4ª no la entiendo. ¿Qué se me ha perdido a mi en Italia?

  

   Lo sé. Eran las 10 y 20 de la mañana del martes 5 de abril. Habíamos pedido churros con café con leche en la cafetería «Pico esquina,» justo enfrente de la Plaza de Abastos de Vistabella. Susana, aprovechando el tiempo de traer los churros, corrió hacia la plaza advirtiendo que uno de los puestos tiene una carne excelente y bien cortada. Los churros los fríen a demanda, ella tenía tiempo suficiente y así aprovechaba entre clase y clase. Susana proyecta y recoge la energía que poseemos tanto física como mental y le pone orden.  Hacía 13 años que no iba a la Clínica Bolarín, entre vacaciones y pandemia las articulaciones se me habían vuelto de cemento armao.

   La mañana del 5 estaba llena de luz, matizada por algunas nubecillas tendentes a desaparecer a lo largo del día. Al tiempo ni venían los churros, ni venía Susana. Un chillío verdadero de alegría llegó por mi izquierda. Todos los clientes entendimos que hacía mucho tiempo que no se veían,  sobre todo cuando la chica saltó y atrapó al chico, a horcajadas con sus muslos por encima de las caderas y los brazos por encima de los hombros,  en plan abrazo chillao de los buenos. Del Circo del Sol.

   A ver si lo explico bien: desde el inicio del grito, el zagal sabía de las cualidades voladoras de su amiga. Para defenderse de lo que le venía encima inició un movimiento para mitigar el golpe de la fiera voladora. Te digo, amiga lectora, que hubo 1/2 segundo donde al zagal se le vió la pluma. Poco después, besos y abrazos ya en tierra. Su amiga asía al chico por la cintura de forma contundente, lo que le permitió al mozuelo crear un escorzo histriónico de desmayo sublime. A lo Isadora Duncan. Ya recuperado y agarrados por la cintura hicieron mutis por la esquina izquierda.

     Vi a Susana salir de la Plaza de Abastos satisfecha con su compra. Sonriente y a pasos ligeros casi de ballet. El camarero se disponía a dejar los churros sobre la mesa.

   Pensé en el tratamiento que este chico pudiera haber tenido por parte de la antigua Guardia Civil. Cuando la Arrixaca era una virgen y El Morales un incipiente restaurante.

De la ley Trans, mejor ni pío . (foto: Isadora Duncan)

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