Seda y barracas de la huerta.

Un reducto huertano inexpugnable

   La lucha desproporcionada entre La Sericícola y el Gobierno Central con su miópica apuesta por el nylon -en contra del gusano de seda huertano- se la sabe bien la familia de Manolo Albacete. Por si algún lector se ha distraído, el padre de Manuel era David y el Gobierno Central Goliat. Con mala fortuna. No había cabeza donde darle con la piedra de la honda. El trajín en voz baja de las barracas y casas completamente abarrotadas de zarzos entramados, hechos con cañas cortadas en la orilla del río, cubiertos por un disparate se hojas de morera, al calor de estufas de leña, a tope para el adecuado crecimiento del gusano, provocaban un olor peculiar, inolvidable. Desaparecido.

   Hace pelín más de 1/2 siglo nace en -¿Por qué  no?- Aljucer, una futura Señora Distinguida en Murcia y su Huerta por méritos propios. Sostiene Casilda que las barracas en torno al Bando, cada año llenarán menos plazas y jardines de la ciudad. Y en 5… se acaba la música. Hala, otra cosa más que añorar. Ella es la más joven de las huertanas que arrima el hombro en las tradicionales barracas festivas. La renovación generacional brilla por su ausencia. Ni un zagal ni una zagala se interesa por la paliza detrás de la barra, ni de aprender la cocina tradicional huertana por amor al arte. El que sale con buenas maneras para la cocina se matricula en el excelente Instituto Superior de Formación Profesional de Hostelería y Turismo Vesta, en  Murcia. Y no lo pillan, ni dando saltos, para hacer el pardillo.

    -En 5 no queda gente para las barracas del Bando de la Huerta-

Mª Ángeles, Ana y Roma la hija de Casilda asienten cabizbajas.

Entradas relacionadas