Creo que ni Mandela ni Gandi tuvieron una niñez y pre adolescencia tan arropada como este tenista serbio.
Estoy aquí sentado en una piedra, en Australia, a la manera de Dante Alighieri.
Con mi canguro Joey.
Cuando se dirige a mí, con su aullido, no sé si está resfriado o que se expresa así.
Con tanto secano liso de por medio, encontrar una piedra, se agradece.
Al atardecer, monótono, de huevo frito insistente, reflexionamos Joey y yo.
-Joey, que dice el presidente de Serbia, que Australia pretende iniciar una confabulación judeo-masónica contra Serbia-.
Joey tarda en responder. Da igual, no hay prisa. Con su aullido grajeado y ronco, responde.
– arggg-.
Estamos de acuerdo, por muy mimado que esté el tenista, o está vacunado o en nuestra casa no entra.

Entradas relacionadas