A Genoveva, Luis Jr. Y Juani

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Cuando Luis Ceres padre y este cuerpo “iniciamos” la carrera de Arquitectura, éramos un capazo de estudiantes. Media juventud española quería ser arquitecto.

El filtro para pasar a 2° consistía en hacer muy bien la copia a carboncillo de una estatua griega de yeso. Aquello se llamaba Análisis de Formas. Y si además no tenías cabeza para la Física te indicaban el camino a casa, y hazte Oftalmólogo hombre, que te va a resultar más fácil. Mi madre no lo entendió nunca. Si había aprobado la Física y la Geometría Descriptiva… podría aprobar el dibujo con paciencia y dedicación. Nunca entendió que yo no tuviera dotes para arquitecto. Si su padre fue maestro de obras en Cieza, ¿qué razón había para que su hijo único, no fuera arquitecto en Madrid?

En el primer curso en el Colegio Mayor Calasanz conocí a Luis Ceres Frías. ¡Casi nadie al aparato!

Las afinidades electivas son recíprocas; si tú me caes bien, ten por seguro, estimado lector, que yo te caigo bien. A la inversa, si alguien te cae mal sin saber por qué, ya sabes ….

Esta teoría de las afinidades y antipatías electivas la tienen bien clara J. W. von Goethe, y el antiguo dueño de la Confitería El Horno de la Fuensanta que durante las largas tardes de Casino fue completando una lista de: “personas de Murcia que me joden sin saber por qué”. A la lectura de su testamento -había la costumbre de leer una primera parte al público, (no había TV) – se leyó dicha lista al cuantioso público que abarrotaba la sala notarial. Era un hombre muy distinguido. Después de la lectura pública, se pasaba al acto privado con la familia.

Bueno paciente lector, Luis y yo fuimos de los que nos caímos bien. Ahora se dice “desde el minuto cero”.

Pasé una divertida temporada en la casa de sus padres en Beas del Segura y él, también nos divertimos, en casa de mis padres en el Mar Menor.

Un recuerdo imborrable de Beas fue a propósito de una competición de tiro al plato. Un tío de Juana y Luis competía quedando para la final. No había manera de desempatar, el contrincante, una fiera, y el tío de Luis no veas… Era tan rápida la competición que las escopetas ardían de tantos cartuchos disparados en tan breve tiempo, dificultando afinar en los disparos. Inolvidable.

El 2° año en el Colegio Mayor, yo en primero y Luis en 2°. Salíamos casi todos los días a merendar o al cine con Carmen. Una de sus múltiples cualidades era llevar en su bolso estupendos bombones, siempre. Uno de los días en los que tocaba salir, como casi todas las tardes, me negué en redondo a ir con ellos. Cuando llegó Luis al Colegio me informó de que se habían hecho novios. -¿Ves?- le dije.

Por lo que sé, en buena parte de su trayectoria profesional, Luis se entiende mejor desde el punto de vista de su influencia académica y pedagógica en la Escuela de Arquitectura de Granada, Su papel como profesor fue fundamental en su tiempo de docencia. Y por ahora su influencia permanece en la Universidad de Granada.

El único collage que realizó Luis en su extensa vida productiva es el que aparece en la zona superior de este relato. Es mi privilegio. Me lo regaló antes de ser el único novio de nuestra amiga Carmen.

He disfrutado del collage 2.025 – 1.967 =58 años. Al parecer no volvió a hacer ningún collage. Ahora que está mermado por el virus P V, descubierto por el padre de Mari Cruz, (virus de la Puta Vejez) se lo voy a regalar a Genoveva y a Luis, su hijo, también arquitecto. A lo mejor cuando lo vea Luis padre, le da por hacer collages.

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