A Marisa Hortal
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Por mí en Murcia también.
En Almería, el Obispo vía Conferencia Episcopal ha suspendido las primeras comuniones para evitar la secularización de las megacelebraciones -a partir del 2027- que hace que ciertas familias se metan en una deuda importante, por eso del qué dirán, y porque mi hija no va a ser menos. Vulnerando el sentido cristiano de la Eucaristía.

Como es natural, las familias en época de “hijitos comunionables” han manifestado su disconformidad y disgusto… ¿y los fotógrafos? No había caído…

La pasta gansa en restaurantes, floristerías, tiendas especializadas etc. constituye un buen follaero de €uros. Al parecer, por lo que se intuye, Almería es el “piso piloto” de España. No podemos decir que la Conferencia Episcopal se haya tirado sin paracaídas, pelín moderada, a mi modo de entender la peli.
Lo abominable del desprecio a la liturgia, y no me considero un meapilas, es memorable. Mi madre llevó a mi hijo Francisco a hacer la primera comunión a misa de ocho y por toda celebración le compró un estupendo jersey de pico, y un desayuno con churros.
No sé si hizo lo mismo con mi hijo Pablo en su primera comunión. Mi antigua suegra no estaba por la labor, ella y mi madre eran “dos poros opuestos”. Un poro y otro poro. Lo que sí sé, es que mi madre tenía muy claro que sus nietos harían la primera comunión.
Jamás sacó el tema a colación, y mi hijo Pablo es una tumba.
Lo que sí puedo asegurarte, estimado lector, es que el boato brilló por su ausencia.

Estar bautizado es el primer requisito y más importante. El bautismo es el sacramento de iniciación cristiana que marca la entrada de una persona en la Iglesia Católica. Sin este sacramento no se puede recibir la Eucaristía ni la Primera Comunión.
PD/ El hijo menor de mi inigualable amiga Mª Luisa se negó rotundamente a disfrazarse de Almirante. Si no había más remedio, prefería el disfraz de tortuga ninja.


A Daniel no le gustaba el disfraz
Esa es, incierto lector, otra historia.