La Luz de París de D. José Almela

José María Almela Costa. Espinardo (Murcia), 22 de abril de 1900 – Murcia, 1989

   » José María Almela Costa representa la culminación de la pintura de tradición costumbrista que se realizaba en Murcia hasta entrado el siglo XX».  
                (www.regmurcia.com)

    París, un timidísimo Pepe Almela llegaba a conquistar la ciudad gracias a que en el año 1926 obtiene una beca de la Diputación Provincial, para ampliar sus estudios, que  mantuvo  durante 5 años.

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Convive con otros artistas, sobre todo murcianos, debido a su  gran timidez. Malgré tout: “Se empieza a oler a whisky en Montparnasse, algo que en Francia se considera extravagante. Al atardecer, las terrazas de los cafés ya no huelen a absenta”, anota Josep Pla. El joven periodista ampurdanés ha llegado a París en 1920, como corresponsal del diario La Publicidad, para analizar las consecuencias del Tratado de Versalles, que puso fin oficial a la Gran Guerra. Pepe charla con él, habitualmente en la terraza del café donde acude puntual, el ya veterano corresponsal en París.

  «La capital francesa fue en los años veinte una ciudad sin límites creativos ni frenos morales. Catalizó unos cambios que exportaría al resto del mundo».

    En el año 31 Almela termina su beca y Pla decide volver  también a España. Pepe decide opositar al Cuerpo de Administrativos de Enseñanza Media. Que consigue.

   Don José Almela Costa rompió contra la mesa la regla de plástico de uno de los alumnos de 4⁰ de Bachiller. Intentaba, en balde, conseguir silencio en la clase de dibujo. La cara de consternación de D. José es uno de tantos recuerdos que llevo en la mochila.

Un zagal de 4⁰ «de cuyo nombre no quiero acordarme,» ante la bondad y exquisita tolerancia parisenne de nuestro  profesor, tuvo la gallardía de manifestar su absoluta incapacidad para el dibujo y consecuente rechazo. El pintor atendió sus quejas, y lo liberó de venir a las clases.

-Pues no vengas- le dijo.

Creo que jamás suspendió a nadie. Al ser amigo de mi padre me calificó muy por encima de mis escasos méritos.

    Hoy la ciudad aparece limpia tras la lluvia monótona, constante y de muy desacostumbrada duración. Un sol, tímido de atardecer, ilumina los frondosos árboles descontaminados del jardín de Floridablanca.  En casa tengo un oleo de su época en París: un automóvil  de la época circula por una amplia avenida, al fondo los frondosos árboles del Bois de Boulogne. Regalo de Pepe Almela, en agradecimiento a un articulo lleno de elogios, publicado en un periódico local, a propósito de una exposición del excelente pintor en la galería Chys de Murcia.

La Luz peculiar, a la parisenne, que ilumina los árboles del jardín de Floridablanca me ha traído a D. José Almela.

Bois de Boulogne

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