En un humilde bar de El Albujón, se inició el combinado de leche condensada, café, licor 43 y brandy Siglo XIX. Había poca leche en nuestra Región y la condensada era más fácil de conservar. Al tiempo, en la posguerra, a cualquier mejunje de color negro le llamaban café.
Es muy posible, estimado lector, que recuerdes el café que se tomaba en la época de Franco: un modestísimo café de Guinea. Para sacarle sabor, se le añadía un rebozado de azúcar: era el café torrefacto. Una trampa que ya empieza a desaparecer.
Más tarde se incorporó un Colombia de calidad media.
El Asiático cumplía dos requisitos importantes, contrastar el café amargo torrefactado con el sabor dulce del peculiar licor 43 y de la leche condensada. El tonificante Siglo XIX conseguía el resto.
Por sus características, dijérase que el Asiático, a fuer de espirituoso y buen sabor, de haberlo conocido nuestro simpar don Miguel, lo habría sustituido, gustoso, por el bálsamo de Fierabrás.
Los cafés que ahora se pueden consumir en España no precisan de la trampa del rebozado en azúcar para su tueste. Los distintos matices de sabor se consiguen con la mezcla de granos de diversa procedencia.
Y ¿por qué no había otros cafés en España? Muy sencillo, el mismísimo Caudillo tenía el monopolio del café y no permitía la entrada de los diversos cafés que pululan por el mundo. Sin ir más lejos, el Papa Juan XXIII tomaba café de Puerto Rico y por esa época, aquí lo más fino era un café de calidad media de entre los granos de café de Colombia.
No puedo asegurar, estimado lector, cómo se introdujo el de Colombia. Sí que puedo indicar que no fue al turún tuntún.
Hasta noviembre del 75 aquí sólo se tomaba Guinea y/o Colombia. Solo o con leche.
El café de la foto de «ISPIRAZIONE NAPOLI» cumple con las características de intensidad parecida al café fuerte del Albujón. Con una calidad, claro, muy superior.
Lo del twist de limón, la canela y los dos chumineros granos de café es opcional.
ISPIRAZIONE NAPOLI, amigo lector, es otra historia.