Un napolitano va en vespa por el carril del tranvía. Al parecer pretende que el tranvía se aparte. Como el maño del chiste: -«chufla, chufla, como no te apartes tú… «

-Prego: cosa è Napoli?
-Napoli è una bella città!, responde sin titubeos un ragazzino de unos nueve años a mi padre, divertido por el desparpajo que muestra el niño al indicarnos que debemos comer en el restaurante -qui vicino. De la mia famiglia.
Su esfuerzo fue recompensado. Comimos en la tavola calda de su abuelo, que nos recibió con simpatia y sonriendo a su nieto, que no se apartó de nosotros hasta que entramos en el local.
Hace muchos menos años, Ana y yo pasamos unas Navidades en un hotel frente al Castel dell’Ovo en Nápoles. Era nuestro punto de referencia para las diversas excursiones: El Vesubio; Pompeya, la de las cenizas y piedra pómez; e anche Capri, la isla del limoncello y las sandalias de cuero hechas a mano.
A lo largo y ancho de la bella città, de la Campania vicina, de la bahía y la isla los napolitanos de las mesas contiguas tenían sobre sus pizze rúcula fresca que pediamos y nunca conseguimos.
-Prego, per piacere, un pochino de rocula fresco su la pizza. Como el que oye llover, en todo el reino de Nápoles y alrededores.
Mascalzoni!!

La edad te da recursos, deberíamos haber preguntado a Google como se dice rúcula en napulitano. Google sabe lo que es el dialecto. Lástima, no sabe traducirlo.
Dopo la pizza sensa rocula: il caffè.
El café a la napolitana tiene ese sabor fuerte, obscuro y amargo de los cafés al estilo de la costa.
Desde Nápoles a El Albujón y más allá, somos Mediterráneo. Desde allí hasta aquí la forma y maneras de vivir son muy semejantes. Por ejemplo, en toda la costa norte mediterránea, los niños hablan en inglés cuando no quieren que sus abuelos se enteren de la peli.
Esa, estimado lector, es otra historia.

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