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Sentado en la piedra, escribe Andrés Acedo: «Ha muerto el escritor Alfonso Ussía el pasado viernes cinco de diciembre de 2.025. Un gran conocido mío, y poeta, Fulgencio Martínez, también admiraba mucho sus textos, llenos de humor satírico, mordaces unos, otros festivos y aún apólogos morales que pudieran leer las jovencitas y los niños».

Al fondo Dante y Virgilio. En primer plano dos políticos actuales en el infierno
Lejos de los versos endecasílabos (once sílabas) en estrofas de tres versos (tercetos), ÁGORA, la revista de Arte Gramático, recuerda la cita: LA LIBERTAD DE OPINAR SE DEFIENDE ESCRIBIENDO (ALFONSO USSÍA).
Últimamente me cuesta mucho opinar, y mucho más escribir en libertad, rodeado de un rumor que induce a un estado o sensación de inferioridad. Frente a ese runrún en las noticias de los políticos sin un ápice de dignidad, me estoy autocensurando a la hora de escribir. No sé muy bien qué opinar ante tanta barbarie: la Sanidad explotada por políticas de la supremacía del capital, menoscabada la Educación, y ni puñetero caso a la Vivienda. Los casos de corrupción están en una especie de horrible primavera, floreciendo por doquier. «La libertad de opinar se defiende escribiendo». Y ¿de qué escribo? ¿Del personal con curricula inventados?

¿Del mefistofélico Cristóbal?
Hace tiempo que le hago caso a mi compañero Chole.
Lo de «haga como yo: no se meta Vd. en política». Esa amigo lector es otra historia.