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Al Manri de parte de Bukowsky
Tomé un pequeño sorbo de whisky, ligeramente atemperado, y dejé que el sabor se expandiera en mi boca. Había bebido suficiente cerveza. Me apetecía poner un cubito pequeño en el vaso antes de servir una dosis relativamente moderada. Al disolverse el hielo, el agua expande el alcohol, y se abre la vaharada del whisky.
La estupenda botella de FAMOUS GROUSE la había traído mi amiga Florence el día anterior. No pudimos acabarla. Decidimos irnos a la cama antes de llegar a los 3/4 de la botella.
Florence más de una vez me advirtió que la grouse no era una perdiz, era un urogallo, como solía pintar repetitivamente el personaje de Henning Mankell, padre de su inspector Kurt Wallander. El escritor sueco era Acuario del 3 de febrero del 48, muy parecido a mi 25 de enero del mismo año. Llegó hasta los 67 años, por ahora, una década menos que yo.

Con Florence también aprendí a distinguir un whisky escocés de un whiskey irlandés.

La tarde en Paris languidece. Estoy pensando seriamente en visitar una casa de lenocídio cerca de Pigalle. Aquí las llaman “Maison Close”. Mi amigo George d’Échappement me inició allá por 1.968 en la pequeña aventura de los prostíbulos de lujo de Paris. Se cuidan los detalles. Todo bien calculado, bien decorado, con su toque de glamour para justificar la transacción. Las ocho es una buena hora para ir, si el prostíbulo abre a las siete y media. Las chicas están relajadas pues todavía hay poco trabajo. Una buena maison close dispone de varias salas y de cafetería donde poder tomar algún sándwich y sobre todo degustar el típico postre, o más adecuado tentempié, el clásico “Tira mi sú”, creado por primera vez en los bordelli di lusso del norte de Italia, especialmente en la región del Véneto. George me explicó que se ofrecía a los clientes antes o después de sus encuentros con las demoiselles para reponer fuerzas. De hecho, el nombre tiramisù significa literalmente “levántame hacia arriba ” o “anímame”, lo que podría hacer referencia tanto a su contenido calórico como a su efecto vigorizante. Tiene sentido. Un chute de azúcar, café y mascarpone, te levanta, en todos los sentidos. George me quitó el regusto amargo de utilizar a una mujer mediante el precio del mercado. Simplemente me invitó a un sándwich con una cerveza y como postre un “Tira mi sú”, acompañado de un buen Irish whiskey, mientras disfrutábamos con el espectáculo de unas estupendas jovenes, muy ligeras de ropa y que trataban con los hombres como les parecía y sin recatos en lo convencional. Salí del burdel con la sensación de haber satisfecho una recurrente curiosidad que me acompañaba durante mi post adolescencia.

©️ adehoyos