Ilidio, dos acuarios, et al.,

A Victoria y a Pepe Fuentes Zorita

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Tuve un sobresalto cuando una mañana del periodo de Capricornio, previo al de Acuario, en el que estábamos preparando celebrar nuestro cumpleaños, me llamó Victoria para comunicarme que Lelé había muerto.

La sensación de impotencia fue doble, física y mental. Duró unos segundos, una suerte de escalofrío que se inició en las gónadas y llegó al cerebro en décimas de segundo. Reaccioné como pude, no me acuerdo bien. En este último año han muerto varios amigos. Creí quedarme como único representante de los acuarios en el chat del 48 del Instituto Alfonso X. Afortunadamente cuando el otro PAS (Pedro Antonio Saura) nos manifestó su condición acuariana, tuve un respiro.

Mi amigo Ilidio tenía la sonrisa franca, como de oficial británico, era reflexivo, intuitivo y de mente analítica, con una fuerte necesidad curiosa por entender la vida; hace más de veinte años me confesó que había traspasado el último telón del comportamiento humano. Le pregunté qué había más allá de aquella amalgama humana, informe, difusa y errante. Me contestó que “tras correr el último telón sólo encontró una masa humana desarticulada, fragmentada. Nada”.

Le costó salir a la superficie. Llegó mal ferido y magullado.

Todo esto desde su aparente soledad, o más exactamente, desde su enorme independencia.

Cultivó la amistad con gran respeto. No lo vi despreciar a nadie, fuese de cualquier condición. Para mí sigue siendo mi mejor amigo malo. Y mira que yo también me he juntado con genares y genaras de toda condición.

Mi amiga Victoria era y fue la compañera ideal de Lelé. Desde Valencia en la distancia, brindamos por su memoria.

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