Cristina Torres y don Juan Barceló

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  El nieto de Isidro y Cristina ha salido a su abuelo materno. Un señor de antiguamente. Señorito comme il faut, no como yo, que soy señorito de pueblo, o sea, pobre de ciudad. (Menos mal que tengo estudios).

  Isidro, para mí y para mucha gente, es un señor que tiene grandes méritos.

  Creo que uno de ellos es saber seducir a, y tener un nieto con, Cristina. «Una fiera como todas» que decía mi tío Pedro Antonio. Y añado, no tengo yo bemoles para enfrentarme a esta distinguida dama. Los cromosomas hábilmente mezclados entre los Torres Fontes y los Durán Bernal han dado un resultado, en un nieto, que no veas, por parte de madre. Muy bien peinado, con raya a la izquierda. Todo un personaje.

Signo de El Zodiaco

  Se considera Acuario a las personas que nacen entre el 20 de enero y el 18 de febrero. Javier es del 27 de enero de 2.024.

   «El signo está representado por el aguador o portador del agua, ya que en la antigua Sumeria este era un símbolo de difundir la sabiduría (el agua); pertenece junto a  Géminis y Libra al elemento aire.[9]» (de la Wikipedia)

«Simpático, original y brillante. Acuario también es un signo muy humanitario, al mismo tiempo que independiente e intelectual». («la Wiki» otra vez).

  Hoy me cuentan con admiración la buena pinta de Javier, el nieto de Cristina. Y yo asocio inmediatamente el recuerdo de un viaje a La Bienal de Venecia…

  En aquel tiempo no existía el cartel de «Está Vd. en Italia. Llega tarde. El aforo está completo».

  Se podía andar por El Lido sin tropezones. Eran otros tiempos.

  «Te recuerdo como eras en el último otoño«; una buena moza, todavía soltera. Ni boina gris ni corazón partío.  Aconteció que casi dando vistas a Venecia el Ilustre Académico de la de Alfonso X, Juan Barcelo, dió en padecer una aguda gastroenteritis; de forma que en la reglamentaria parada técnica del autobús, mi respetado Académico tardaba más de la cuenta en salir de la letrina, que se encontraba en una zona de servicios exteriores, por lo que mi padre, con muy poco sentido común, comenzó a increpar a don Juan a gritos. -Juan, ¡venga ya hombre!- Repetidas veces. -¡Que todo el autobús te está esperando!-.

  A saber qué juramentos diría para sus adentros, el apremiado y afligido don Juan. Al no haber respuesta, Cristina comenzó a dar golpes a la puerta. La mirada cómplice de mi padre me dió a entender el buen feeling que se llevaban entre manos desde hacía tiempo.

Recuerdo el ligero sabor celoso que me produjo.

Óleo de Carlos Pardo, mi nieta Helena tampoco es mal coche.

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