Tiempo de lector

«Un péndulo de Foucault es un péndulo esférico que puede oscilar libremente en cualquier plano vertical y capaz de oscilar durante mucho tiempo (horas). Se utiliza para demostrar la rotación de la Tierra. Se llama así en honor de su inventor, Léon Foucault». Y es el título que Umberto Eco da a una de sus novelas.

Irene Vallejo nos proporciona una sinopsis de la misma y nos ayuda a entender el humor de Umberto Eco:

«Tres intelectuales que trabajan en una editorial de Milán establecen contacto con autores interesados en las ciencias ocultas, las sociedades secretas y las conjuras cósmicas. En un primer momento dicha relación se mantiene estrictamente profesional, pero poco a poco van estrechándose los lazos».

Editores y autores inventan juntos, por puro juego, un complejo «plan», urdido supuestamente por los templarios siete siglos atrás. Pero alguien toma demasiado en serio el juego, y todos ellos se verán inmersos en una inquietante pesadilla…

El momento de la publicacion de la novela coincidió con una de las frecuentes estancias de mi padre en Italia. Se agenció el tocho sin dudar. Y se lo trajo, un poco por chulear con la primicia, y porque admiraba a D. Umberto. A los pocos días me confesó que había «dado en tosca» con el libro, se le hacía dificilísima su lectura y sabía que el fallo no estaba en Eco.

Por entonces ya había adquirido mi tocho en español y me resultaba complicado «entrar» en la narración del Péndulo. Le dije a mi padre que tal vez fuera importante dedicarle un tiempo de lector más sereno. Como siempre, Eco proponía una nueva forma al redactar la novela. Nos engatusó con «El nombre de la rosa» y creíamos que en sus siguientes publicaciones iba a comportarse de forma diáfana. Pues no, para el Péndulo había que ponerse en tiempo de lector avezado.

-Bobete, ¿puedo utilizar lo de «el tiempo de lector»? Me parece una buena idea.

La respuesta está en el título del relato.

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