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«Care killed the cat»
La curiosidad mató al gato. Se usaba en el siglo XVI, como bien se ve, en Inglaterra. En ese momento, «care» se refería a «preocupación», no a «curiosidad». La intención era advertir de que la preocupación excesiva por uno mismo podía ser perjudicial para la salud. Este concepto se mantiene en la actualidad. Si te fijas, avezado lector, los deportistas preocupados por batir records mueren antes que yo. Llevo superando en vida a mucho deportista de élite, incluso más jóvenes, bueno, con menos años, hombre. Por el contrario: «He superado mi récord de sueño.» Lo que implica que moriré más tarde. Seguramente justo antes de un tropezón y más de uno contará: -tropezó y se murió-. Me pasa, como ya sabes estimada lectora, que no puedo leer de corrido a Marta D. Riezu. Una cosa es leer a trompicones -no es el caso- y otra que las citas te interesen, y salgas esa mañana de lectura por los cerros de Úbeda.
No creo que la curiosidad llegue a matarme leyendo a la Marta… Que me va a costar acabar el libro, ya lo creo. Ahora va y cita a los shokunin:

La preguntita de qué diferencia a un shokunin de un artesano tiene miga. Tengo mis dudas de que algún autodenominado «artista» llegue a la categoría de artesano. La «devoción hacia la materia prima» que dice esta muchachita que tiene el shokunin, a mis cortas luces también la profesa el buen artesano. Creo que esta vez me lanza a los cerros con otras dudas más personales. No todos son artistas, no todos son shokunin, ni todos son artesanos.

Ponerle el cascabel al gato, esa, crítico lector, es otra historia.