La seducción de las palabras

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A El Manri esperando le guste, de quien él sabe

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«Cómo se elige cada palabra para el momento adecuado, cómo se expresa con música lo que en realidad es un ruido, cómo se tocan los lugares sensibles de nuestra memoria… Eso es la seducción de las palabras. Un arma terrible.» (Álex Grijelmo)

Seducir es cautivar el ánimo.

«La seducción de las palabras no necesita de la lógica, de la constitución de unos argumentos que se dirijan a los resortes de la razón, sino que busca lo expresivo, aquellas «expresiones» que se adornan con aromas distinguibles. Convence una demostración matemática. Seduce un perfume».

«La seducción no apela a que un razonamiento se comprenda, sino que se sienta.«

Manrique, me estoy leyendo este libro a paso de tortuga inteligente. Es como si me lo quisiera aprender de memoria, como cuando «El Trino» me/ nos? recomendó que me aprendiera de memoria la escala de Friedrich Mohs, de la dureza de los minerales.

Supongo que te acuerdas de que empieza por el talco laminar, que recibió el número 1, y terminó con el diamante, al que asignó el número 10. Mohs describió cada mineral  de forma que cada uno raya a los que tienen asignado un número inferior a él, y lo rayan aquellos que tienen un número superior al suyo.

A ver si me acuerdo… Escala de Mohs: Talco laminar,  Yeso o Sal común, Calcita, Fluorita Apatita, Ortosa, Cuarzo, Topacio, Corindón y Diamante.

Pues para mí, este libro tendría la belleza del diamante: Un 10 en mi Escala de capacidad de dejarme seducir por un libro.

El puñetero del Grijelmo  escribe sobre la seducción de las palabras, al tiempo que «te seduce con su seductora prosa».

Manri… Casi nadie al aparato…

Estimado lector, las chicas del relato, es otra historia