Me ha dicho Paco Toledo que no lo cuente

  Al Doctor Don Francico Toledo Romero*

Va también por ustedes.

  Hoy he ido a La Arrixaca a que me diera un repaso de cocoroto Paco Toledo. He ido acompañado de mi distinguida esposa Ana. Quería hablar también con ella.

  En su consulta suele acompañarse de algún psicólogo clínico en prácticas – hoy tocaba un zagal muy alto con cara de poker, ya ensayada-.

-Buenos días – le digo después de un afectuoso y verdadero saludo terapéutico de Paco.

-Buenos días- me responde con cara de oficial británico. Los reflejos de Paco superan la velocidad del sonido. Señalando con su mirada al apuesto joven me dice al instante: -Es neurofisiólogo– (o algo más que intuyo, por la premura). Y no me deja hablar.

  En la consulta anterior de hace algún tiempo, le gasté una pequeña broma a la jovencísima psicóloga clinica, que llevaba un peinado con coleta vertical en la que el pelo caía cual palmera.

Gengis Kan
Primer gran kan del Imperio mongol

-Te pareces a Gengis Kan- le dije. 

  Paco no pudo reprimir la carcajada. Jopelines, el maestro riéndose de su alumna. La muchachita sabía perfectamente que su peinado era provocador. La historia no tuvo más efectos secundarios, salvo los mohines con sonrisas de Paco preguntándome  «-qué te pasa, desde cuando y a qué lo atribuyes».

  Esta vez no bajaría la guardia para evitar algún comentario mío a su pupilo. Aún así cuando el eminente y estimado doctor hablaba con Ana, le pregunté al principiante -¿conoces o te suena Don Luis Valenciano?-

-No- dijo con un levísimo gesto negativo. -Ya- le dije con mi cara absolutamente impasible.

  Don Luis Valenciano Gayá fue un psiquiatra eminente cuyos libros se tradujeron incluso al japonés. Y algunos privilegiados de la 2ª Promoción de La Facultad de Medicina, en 2⁰ curso, disfrutamos de sus amenas clases.

  En el inicio de mi carrera, pretendía ser antropólogo. La especialidad estaba ubicada en la Facultad de Geografía e Historia. Era la disyuntiva entre «curar al hombre» o «conocer al hombre». Ya estaba matriculado en Medicina y, la verdad, no veía nada práctico hacerme geógrafo. Así que pensé hacerme médico y, mediante la psiquiatría, convertirme en antropólogo médico.

  Don Luis era muy amigo de mi padre. Por su condición de escritor recuerdo el día de su nombramiento como Académico de «La de Alfonso X». Mi padre fue quien lo propuso. D. Luis ya era Académico de La Real de Medicina.

Yo lo llamaba don Luis y, al tiempo, lo tuteaba.

  -Don Luis, ¿por qué me has calificado el examen final de Psicología Clínica con un notable? No lo entiendo. Creo haber hecho un buen examen.

  -Antonio tu examen está bien. Lo que te explico es que no debes pensar en ser psiquiatra. Quiero  que entiendas que tu personalidad no se ajusta a la especialidad de Psiquiatría.

  Encima mi padre como siempre; Hombre!, notable, la nota de los tontos…

  Paco me dice que mejor que no vaya por ahí contando mi diagnóstico. Y que le diga al otro Paco que no diga el suyo  tampoco, salvo necesaria confesión.

Paco Toledo

 *Doctor en Medicina por la Universidad de Granada. 
Especialista en Psiquiatría por la Universidad de Montpellier. 
Jefe de Sección de Psiquiatría del Hospital Clínico Universitario V. de La  Arrixaca. 
Profesor Doctor de la Facultad de Medicina de Murcia.
Pertenece al Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB)
Presidente de la Sociedad Murciana de Psiquiatría.
Académico de la Real Academia de Medicina de la Región de Murcia.

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