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A Chelete

Angel Montiel con gorra. En la foto está de espaldas. Me faltó cuajo.

Reconozco que leo con atención e interés a Angel Montiel. «Pero» el único que llevaba la gorra puesta en el homenaje a «Querido Antonio Ballester» era él. No me lo puedo remediar. El paisano que lleva gorra, cubierto, en un espacio cubierto, es directamente comparado al pan con pan. Así solía decírselo a los pocos genares que acudían cubiertos con gorra americana a mi consulta. Mientras mostraban su reticencia a descubrirse, los pasaba directamente a la revisión oftalmológica en la Lámpara de Hendidura. Para la exploración en la Lámpara de Hendidura no tienes otra que despejar la frente, o no cabes en la maquineta. Sin decir palabra el genares tenía que «amocar».

Mi más que colega Mª Luisa, cuando atendía a alguna mujer de las que cuando salen a la calle con los ojos sin pintar, dicen que se sienten desnudas, rápidamente y sin mediar palabra les ponía unas gotas de fluoresceina y quitaba el resto «limpiando los ojos». A más rimel, más barrizal.

Aparte de la gorra un tanto ordinaria de Angel, el Homenaje a Antón (así lo llamó siempre Monique, su madre) ha sido un éxito. Cuando Vicente Martínez Gadea se instala en posición Matrícula de Honor, no tiene rival. Se ha pegado una panzá de trabajar, con talento… por primera vez me ha confesado que se ha cansado. Al tío no se le notaba. Un honor ser su amigo.

He estado con un capazo de gente, he conocido por fin a Svetlana, espléndida pianista rusa, distinguida esposa del pintor/ escultor Carlos Pardo; hasta a mi amigo Paco, que ha saludado, ha visto la obra expuesta, y ha salido pitando para LU (Los Urrutias).

Si he de calificar el evento, tengo que decirte estimado lector, que no me hagas caso; si estás en Murcia, ve al Almudí, y a disfrutar. De todos los sobresalientes quiero calificar con matrícula de honor por supuesto a Vicente, y a Alfonso Albacete (enchufado lo tengo, pero es igual). Tiene dos obras en la exposición muy buenas: el clásico cuadro de luz en la huerta de La Alberca con espejo, es de una perspectiva insólita y de puro ejercicio de geometría descriptiva.

Pues arriba en el primer piso, donde los pintores desarrollan el ejercicio FEMMES, tiene un cuadro no muy grande de un ramillete de flores que a mi me quitó «el sentío». Lector, si estás en Murcia no te lo pierdas.

Pedro Alberto Saura, fotógrafo arquitectónico (pregunta por él en Altamira) me encomendó encarecidamente, que pregonara a mis cuatro vientos lo de las chicas o «demoiselles» d’Avignon; es una apropiación indebida de los gabachos. El cuadro mostrado después de la cuaresma en el estudio de Pablo Picasso se llamaba «las chicas de la calle Aviñó», casa de Barcelona que el Pableras frecuentaba. Pedro Alberto hace lo que puede para desfacer el entuerto. Lo intenta y pide a quien corresponda que el verdadero nombre de Aviñó alcance su verdadero reconocimiento.

Y en el tentempié, tuvo mucha gracia y simpatía el personal, y los uniformes del servicio de mesas.

Mi confusión con El Esteban que no resultó ser el Esteban Linares es, querido lector, otra historia. Metí la pata hasta el corvejón…

A la izquierda Esteban Campuzano gozando de mi confusión

(Esteban con su perro)

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Un comentario en «Un paisano con gorra»

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