Eduardo Mendoza, Príncipe de Asturias,

3 minutos

(o Mendoza como artesano de la felicidad lúcida)

«Fabricante de felicidad» según Teresa Sanjurjo González. (Premios Princesa de Asturias 2025). Eduardo Mendoza Garriga (Barcelona, 11 de enero de 1943). 

Es un escritor español; uno de los más reconocidos y galardonados del país. Siendo su principal género literario la novela, Mendoza ha escrito también ensayos y relatos. En 2010 recibió el premio Planeta por su novela Riña de gatos. Madrid 1936, publicada en 2010. En 2016 obtuvo el Premio Cervantes, el más alto galardón en lengua castellana, y en 2025 se le honrará con el Premio Princesa de Asturias de las Letras.

Mendoza suele emplear un estilo que combina ironía, humor y sátira sin perder profundidad. Según una ficha biográfica, “posee una lengua literaria llena de sutilezas e ironía”. Su narrativa es clara; no exige una tensión intelectual excesiva para acceder al disfrute de sus ideas. Esto abre un camino más directo hacia lo que podríamos llamar una “lectura placentera”.

En muchas de sus obras (por ejemplo, Sin noticias de Gurb) Mendoza coloca personajes, situaciones o escenarios absurdos, estrafalarios, y siempre reconocibles, lo que permite al lector reír, sorprenderse o reflexionar.  Esa combinación de “lo serio y lo ligero” crea una especie de alivio al lector: se habla de temas humanos (sociedad, ciudad, alienación, memoria) sin que la lectura provoque una carga emocional.

El jurado del Premio Princesa de Asturias señala que “su obra tiene el mérito de llegar a todas las generaciones” y que “su prosa clara engloba tanto el lenguaje popular como los cultismos” —es decir: una obra que comunica sencillez y riqueza a la vez. Ahí quisiera ver yo a Søren Kierkegaard…

La lectura de Mendoza ofrece estímulo, no solo por la historia sino por la forma, el ritmo y la ironía. Ese estilo contribuye a una forma de bienestar en el lector. En sus textos hay crítica, absurdo, caos; hay humanidad, humor, ¿sentido común?. Esto conecta con la idea de “felicidad». Eduardo Mendoza puede ser visto como fabricante de felicidad porque con su obra crea un espacio donde el lector accede al placer estético, reflexión cívica y alivio emocional, todo ello con una voz literaria auténtica y accesible.

Fabricar felicidad – como lo hace Mendoza- no consiste en distraer al lector, sino en recordarle, entre risas, que pensar también puede ser un divertido placer.

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