Para Paco Toledo, psiquiatra y buen amigo,

Este barco no es de recreo. Es de pesca. Y eso cambia todo.

Porque como tú bien sabes, el alma humana se parece más a un mar picado que a un lago en calma. Y hay que salir a faenar en ella con redes firmes, manos pacientes y un casco del barco que no cruja al primer silencio.

Paco Toledo. Escuchas como quien lanza la caña sin prisa, esperando que algo asome. Y cuando regresas, lo haces como los buenos pescadores: con poco ruido, la mirada salada, y a veces, con un pez que nadie más hubiera creído posible.

Este barco —el que ahora te entrego en miniatura— es símbolo de eso: de tu travesía diaria por aguas turbias, del oficio callado, y de la dignidad de volver a puerto con algo que alivie la mesa de otro.

No es un regalo decorativo. Es una metáfora. Y las metáforas, como los buenos barcos, no se explican, entran de lleno en el subconsciente.

Con afecto

Antonio de Hoyos

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