RELATOS DEDICADOS: Al Richi Alemán Picatoste


Me pide mi hermano Richi Alemán Picatoste (los hijos únicos tenemos los hermanos que nos da la gana), que escriba un relato dedicado a Bil H. Carrier. Y lo primero que percibo es el runrún suave de mi aparato de aire acondicionado. Tengo la suerte de que al compresor le pilla lejos y la brisa fluye con una apacible suavidad… Ahí va un entreverado de oximoron: -«ande yo caliente y ríase la gente»-.

Richi, me excedo en nuestra amistad; lo cuento. Mejor dicho, lo relato.
Entré en oftalmología directamente por el quirófano. En el periódico La Verdad de Murcia, aparecía una breve noticia mencionandonos al equipo de cine, entonces se decía «amateur» de nuestro premio en Barcelona, a la película de mayor interés experimental. Fulgencio Alemán recién llegado de la Clínica Barraquer americana (no me acuerdo si llegó de allí o de la de Castroviejo en New York, estuvo formándose en las dos). Venía de América ea.
Estaba muy interesado en filmar la cirugía ocular que realizaba. Yo estaba en 3⁰ de Medicina, me buscó y me propuso ser alumno interno en la Cátedra de Oftalmología, con el fin de filmar las intervenciones. Aquello salió bien. Esa es otra historia, amigo lector.
Cuando Dª. Gloria Picatoste, esposa de D. Antonio Alemán, responsable de la Cátedra de Oftalmología de la incipiente Facultad de Medicina de Murcia, supo de mi incorporación a la Cátedra, me invitó a cenar en su casa. No era ya la primera vez que acudía a una cena de postín. Me llamó la atención el delicado arreglo de la mesa. En Murcia no era fácil encontrar una excelente climatización por aquella época.
La cena transcurrió llena del buen humor que caracterizaba a D. Antonio Alemán… Como dirían aquellas dos muchachas de Cartagena: -lo pasemos licor-.
La mesa la ocupábamos D. Antonio Alemán, Dª. Gloria Picatoste, Fulgencio y el Richi, un jovenzuelo por entonces bastante revoltoso.
A los postres Dª Gloria me dijo que cada vez que coincidía con mi padre, al verla la saludaba con una exclamación: -¡hombre, Gloria Picatoste! Apellido ilustre del Reino de Nápoles!-
A lo que el Richi que llevaba ya mucho tiempo portándose bien, intervino como una flecha.
Mamá, tú deberías decirle: -¡Picatoste, me la pones como un poste!
La climatización de Carrier mucho más ajustada y eficaz, dejaba en la estancia, un leve punto de humedad y 23 grados de temperatura. Seguía cumpliendo su papel.